IX
La
nombraba el viento
entre el ciruelo florido
un quejido de ramas lamentaron
la ausencia de la esquiva.
Más leña en el fogón
no dio la tibieza que anhelaba
el pecho desabrochado.
Los brazos de sauce
abrazaron promesas en la nada
la tarde ceniza
divagó la mirada en las cuchillas
no tan verdes ahora.