La escapada
¡Qué hermoso que está el río! Buena pesca, unos ricos mates y con la Rosita. ¡Ha, la Rosita! Quién lo diría que se iba a animar a meterle los cuernos al milico. Seis meses me costó perseguirla hasta que la convencí, para que se escapara a pescar conmigo. Si la vieran los giles de la barra así, tomando sol en la proa, ahora no dirían que está gorda.
¡Aps!, parece que picó uno grande. ¡Cómo tira el desgraciado! ¡Uy, la puta me resbalé y encima me caigo al agua enredado! Espero que no sea muy profundo así toco fondo y me impulso para poder salir. ¡Ahí está! ¡Con fuerza, rápido que se me acaba el aire! ¡Ay! ¡La puta madre, me rompí la cabeza contra el fondo de la lancha! Voy a alejarme para no chocármelo otra vez. Espero que la correntada no me lleve muy lejos porque está muy fuerte. ¡Uf, por fin salí! ¿Pero, qué pasa? ¿Porqué llora la Rosita? ¿Qué hace esa gente en la lancha? ¿Y yo, qué hago ahí, si estoy acá? ¡Nooo…! ¡Qué boludo, cómo me vine a morir así! ¡Justo ahora que tenía un montón de cosas para hacer! ¡Pero lo peor, va a ser el kilombo que se le va armar a la Rosita cuando el marido se entere!