miércoles, 9 de septiembre de 2009
Sinteticuento - Cuento breve
La ofrenda
El monje depositó la ofrenda de alimentos delante de la estatua de su dios y se agachó para reverenciarlo.
Cuando estaba en eso, pasó un mono y se llevó el alimento.
El monje volvió a erguirse y al ver que la comida ya no estaba, rezó el doble agradeciendo al dios por haberle aceptado su ofrenda.
El monje depositó la ofrenda de alimentos delante de la estatua de su dios y se agachó para reverenciarlo.
Cuando estaba en eso, pasó un mono y se llevó el alimento.
El monje volvió a erguirse y al ver que la comida ya no estaba, rezó el doble agradeciendo al dios por haberle aceptado su ofrenda.
Narrativa
La escapada
¡Qué hermoso que está el río! Buena pesca, unos ricos mates y con la Rosita. ¡Ha, la Rosita! Quién lo diría que se iba a animar a meterle los cuernos al milico. Seis meses me costó perseguirla hasta que la convencí, para que se escapara a pescar conmigo. Si la vieran los giles de la barra así, tomando sol en la proa, ahora no dirían que está gorda.
¡Aps!, parece que picó uno grande. ¡Cómo tira el desgraciado! ¡Uy, la puta me resbalé y encima me caigo al agua enredado! Espero que no sea muy profundo así toco fondo y me impulso para poder salir. ¡Ahí está! ¡Con fuerza, rápido que se me acaba el aire! ¡Ay! ¡La puta madre, me rompí la cabeza contra el fondo de la lancha! Voy a alejarme para no chocármelo otra vez. Espero que la correntada no me lleve muy lejos porque está muy fuerte. ¡Uf, por fin salí! ¿Pero, qué pasa? ¿Porqué llora la Rosita? ¿Qué hace esa gente en la lancha? ¿Y yo, qué hago ahí, si estoy acá? ¡Nooo…! ¡Qué boludo, cómo me vine a morir así! ¡Justo ahora que tenía un montón de cosas para hacer! ¡Pero lo peor, va a ser el kilombo que se le va armar a la Rosita cuando el marido se entere!
¡Qué hermoso que está el río! Buena pesca, unos ricos mates y con la Rosita. ¡Ha, la Rosita! Quién lo diría que se iba a animar a meterle los cuernos al milico. Seis meses me costó perseguirla hasta que la convencí, para que se escapara a pescar conmigo. Si la vieran los giles de la barra así, tomando sol en la proa, ahora no dirían que está gorda.
¡Aps!, parece que picó uno grande. ¡Cómo tira el desgraciado! ¡Uy, la puta me resbalé y encima me caigo al agua enredado! Espero que no sea muy profundo así toco fondo y me impulso para poder salir. ¡Ahí está! ¡Con fuerza, rápido que se me acaba el aire! ¡Ay! ¡La puta madre, me rompí la cabeza contra el fondo de la lancha! Voy a alejarme para no chocármelo otra vez. Espero que la correntada no me lleve muy lejos porque está muy fuerte. ¡Uf, por fin salí! ¿Pero, qué pasa? ¿Porqué llora la Rosita? ¿Qué hace esa gente en la lancha? ¿Y yo, qué hago ahí, si estoy acá? ¡Nooo…! ¡Qué boludo, cómo me vine a morir así! ¡Justo ahora que tenía un montón de cosas para hacer! ¡Pero lo peor, va a ser el kilombo que se le va armar a la Rosita cuando el marido se entere!
Poesía
Beso añorado
Dibuja corazones
el sahumerio en el aire
y el beso que añora.
Sobre la ciudad la niebla
pierde el rumbo a los suicidas.
Las ventanas miran retratos en sepia.
Para las agujas en la esquina
un Carlitos que reparte soles.
Gotean las flores el frío de la mañana
el calor del ojal
ilumina su nombre.
Dibuja corazones
el sahumerio en el aire
y el beso que añora.
Sobre la ciudad la niebla
pierde el rumbo a los suicidas.
Las ventanas miran retratos en sepia.
Para las agujas en la esquina
un Carlitos que reparte soles.
Gotean las flores el frío de la mañana
el calor del ojal
ilumina su nombre.
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