Carta Nº 11
Estimado amigo:
Estimado amigo:
ayer compartí unas horas con mis hijos y en ellos vi a todos los jóvenes que como yo, tuvimos que ir a la guerra.
Recordé lo brutal del ser humano, las improntas a fuego en lo más tierno de un alma que empieza a crecer.. Cuando el sosiego trae estos balances, se valora lo que se ofreció y lo que pudo recuperarse. Queda un sentimiento amargo, un lamento de jóvenes con ilusiones, con futuros programados como hojas arrancadas al libro único que no se borra, que se escribe con lo más caro y personal. Huellas profundas que no se borran están en los destellos del combate. Ahora, tocar un arma me coloca en una situación extrema, los nervios son un clarín que toca a retirada. Soy consciente de la experiencia adquirida, sé que si tuviera que ir a otro enfrentamiento armado, sería otra mi mentalidad y otros mis impulsos, pero no quisiera repetirla, ni podría soportarla.
Cuando nos reunimos los camaradas, recordamos sin palabras, con mirarnos y abrazarnos está todo dicho. Lo que importa ahora es la compañía y el asado que nos convoca, saber que cuento con ellos para tener un cable a tierra, para que no se espanten los pájaros del corazón.
Ahora importan solamente los proyectos propios y el futuro de mis hijos. Tienen la edad que yo tenía cuando marché al frente de una batalla que ni siquiera imaginaba. Que ellos vivan en paz y en libertad.
Deseo que los tuyos también puedan hacerlo, hay que luchar por la paz, sin armas pero luchar.
Un abrazo a todos.
Recordé lo brutal del ser humano, las improntas a fuego en lo más tierno de un alma que empieza a crecer.. Cuando el sosiego trae estos balances, se valora lo que se ofreció y lo que pudo recuperarse. Queda un sentimiento amargo, un lamento de jóvenes con ilusiones, con futuros programados como hojas arrancadas al libro único que no se borra, que se escribe con lo más caro y personal. Huellas profundas que no se borran están en los destellos del combate. Ahora, tocar un arma me coloca en una situación extrema, los nervios son un clarín que toca a retirada. Soy consciente de la experiencia adquirida, sé que si tuviera que ir a otro enfrentamiento armado, sería otra mi mentalidad y otros mis impulsos, pero no quisiera repetirla, ni podría soportarla.
Cuando nos reunimos los camaradas, recordamos sin palabras, con mirarnos y abrazarnos está todo dicho. Lo que importa ahora es la compañía y el asado que nos convoca, saber que cuento con ellos para tener un cable a tierra, para que no se espanten los pájaros del corazón.
Ahora importan solamente los proyectos propios y el futuro de mis hijos. Tienen la edad que yo tenía cuando marché al frente de una batalla que ni siquiera imaginaba. Que ellos vivan en paz y en libertad.
Deseo que los tuyos también puedan hacerlo, hay que luchar por la paz, sin armas pero luchar.
Un abrazo a todos.