Desde la oscuridad llegó la revelación.
Quise adquirir lo mismo que había visto en un documental, la sabiduría de los chamanes.
Averigüé dónde podía encontrar a alguien así y allá me dirigí. Tuve que viajar hasta un pequeño poblado donde vivía uno de buena fama y le expliqué cuál era mi intensión, que me enseñara cómo se lograba ese prodigio.
En un principio se negó pero debido a mi insistencia y el ofrecimiento de unos pesos, aceptó.
Nos encaminamos hacia un monte que estaba alejado de la población. Mientras lo hacíamos, le escuché que murmuraba una especie de mantra y en ocasiones, se detenía para hacer un gesto a un lado y otro con una especie de báculo que me pareció eran bendiciones.
Nos internamos en el monte y caminamos en silencio hasta llegar a un claro. Era un lugar donde comprendí que realizaba sus ceremonias porque había un círculo de piedras y en el centro vestigios de fogatas.
Antes de entrar en él, se volvió hacia mi, sacó de un bolso un collar de cuentas y me lo colgó, lo mismo hizo con otro en su cuello. Luego se calzó una vincha con adornos de hueso y espejitos. Me pidió que inclinara la cabeza y para purificarme, según dijo, me echó un poco de aguardiente en la nuca.
Entramos en el círculo. Encendió una fogata y me dio para que bebiera un chifle de guampa. Lo sorbí con cautela; tenía un gusto entre ácido y amargo. Me hizo toser en los primeros tragos.
Sentados frente al fuego, comenzó a entonar cánticos en un lenguaje que no entendí mientras hacía ritmo con un sonajero de calabaza decorado con cuentas de colores. Me pidió que cantara con él.
De vez en cuando, tomaba un trago mientras perdía la vista en el fuego, me hamacaba y cantaba.
Al rato, comencé a entrar en un sopor; luego, vi que el fuego comenzó a tomar formas extrañas y colores que jamás había imaginado. Escuchaba sonidos extraños y voces ininteligibles hasta que todo se hizo oscuro, vacío, un espacio donde era la nada, insustancial. De pronto, desde la oscuridad en una explosión de luz de colores cambiantes, me llegó la revelación, clara y simple.
Ahora que sé cuál es, puedo decirles en qué consiste; consiste en hacer el viaje personal de su búsqueda permanentemente, un viaje íntimo, intransferible, sin final, desde la simpleza de la vida.