viernes, 8 de mayo de 2009
Miré por el ojo de la cerradura
Miré por el ojo de la cerradura
Miré por el ojo de la cerradura y la sombra sobre la pared dibujó un brazo en alto con un enorme cuchillo.
Escuché que imploraban que no lo haga.
Tomé valor y entré con intensión de socorrer y me sorprendí. Estaba cortando el cable de Internet de la habitación de su hijo.
Miré por el ojo de la cerradura y vi a mi abuelo muerto hace años. Me asusté.
Volví a hacerlo y vi a mi madre también muerta.
Abrí la puerta y entré.
Desde allí volví a mirar por ella y vi a toda mi familia, pero yo también estaba.
Miré por el ojo de la cerradura y vi montañas. Luego volví a hacerlo y vi el mar.
Después, todo oscuro. Hubo un destello.
Insistí en mirar y me vi en el cielo.
Miré por el ojo de la cerradura y la sombra sobre la pared dibujó un brazo en alto con un enorme cuchillo.
Escuché que imploraban que no lo haga.
Tomé valor y entré con intensión de socorrer y me sorprendí. Estaba cortando el cable de Internet de la habitación de su hijo.
Miré por el ojo de la cerradura y vi a mi abuelo muerto hace años. Me asusté.
Volví a hacerlo y vi a mi madre también muerta.
Abrí la puerta y entré.
Desde allí volví a mirar por ella y vi a toda mi familia, pero yo también estaba.
Miré por el ojo de la cerradura y vi montañas. Luego volví a hacerlo y vi el mar.
Después, todo oscuro. Hubo un destello.
Insistí en mirar y me vi en el cielo.
Sábanas blancas - Cuento breve
Sábanas blancas
Nunca me imaginé que algún día iba a dormir entre sábanas blancas, bañadito y conolor a limpio -dijo "El Rata" Venegas.
Ahora sí que nunca más tendré las moscas ni el humo del basural. Sisupiera "La Juancha" lo que es esto...
Sólo espero que no me agarre la inundación aquí a dos metros bajo tierra.
Nunca me imaginé que algún día iba a dormir entre sábanas blancas, bañadito y conolor a limpio -dijo "El Rata" Venegas.
Ahora sí que nunca más tendré las moscas ni el humo del basural. Sisupiera "La Juancha" lo que es esto...
Sólo espero que no me agarre la inundación aquí a dos metros bajo tierra.
Dos horas
“Reloj…, detén el tiempo en tus manos / has de esta noche perpetua / para que nunca se vaya de mi / para que nunca amanezca.”
Roberto Cantoral
Dos horas
Todo su cuerpo vibró
y los sentidos la enajenaron.
Su piel fue de seda al tacto de las caricias
de aquellos dedos de casi plumas al recorrerla.
Allí tuvo al cosmos en sus manos,
se transportó, navegó por él.
Vivió en el paraíso aquellas dos horas.
Cuando salió de la habitación del hotel
y cerró la puerta,
fue como despertar de un sueño,
con la desesperanza de todo aquel
que pierde algo valioso.
Sintió que todo,
volvía a ser igual que siempre.
Roberto Cantoral
Dos horas
Todo su cuerpo vibró
y los sentidos la enajenaron.
Su piel fue de seda al tacto de las caricias
de aquellos dedos de casi plumas al recorrerla.
Allí tuvo al cosmos en sus manos,
se transportó, navegó por él.
Vivió en el paraíso aquellas dos horas.
Cuando salió de la habitación del hotel
y cerró la puerta,
fue como despertar de un sueño,
con la desesperanza de todo aquel
que pierde algo valioso.
Sintió que todo,
volvía a ser igual que siempre.
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