viernes, 8 de mayo de 2009

Dos horas

“Reloj…, detén el tiempo en tus manos / has de esta noche perpetua / para que nunca se vaya de mi / para que nunca amanezca.”
Roberto Cantoral

Dos horas


Todo su cuerpo vibró
y los sentidos la enajenaron.
Su piel fue de seda al tacto de las caricias
de aquellos dedos de casi plumas al recorrerla.
Allí tuvo al cosmos en sus manos,
se transportó, navegó por él.
Vivió en el paraíso aquellas dos horas.
Cuando salió de la habitación del hotel
y cerró la puerta,
fue como despertar de un sueño,
con la desesperanza de todo aquel
que pierde algo valioso.
Sintió que todo,
volvía a ser igual que siempre.