Adiós
Ella se dio un consuelo
igual que un caramelo
que se da al llanto de un niño.
En ese adiós claudicado
expiró en un piar:
gracias por haberme contenido
y los besos de gato que llevo.
El colgó el tubo en silencio
tañeron sus vértebras
en la capilla ardiente
del sueño muerto.