Llovizna sobre la ciudad
Llovizna un tango
sobre la serena
ciudad,
cunetas que
llevan basura,
cartonero
que transparenta frío
bajo plásticos
rebeldes.
Caminan lentos
los paraguas
con bolsas de
mercado,
un zaguán hace de
garita,
los autos
salpican piernas
que esquivan
baldosas flojas.
Canción de café y
licor,
reencuentro con
uno y los afectos,
a través de la
ventana
mirada larga
hacia adentro.
La piel no olvida
Lee poesías,
el amor del mundo
viene
al exacto lugar
de su cuerpo.
Las palabras
navegan
por cunetas de
ausencia.
Baja una medalla
de plata
hacia el pecho
del deseo,
instala esplendor
de espera
en la nada de los
brazos.
Gota, beso. Beso,
gota.
Sólo la piel no
olvida.
Agua blanca
Lluvia,
melancolía del
abrazo.
Cada gota en los
círculos
da en el centro
de un nombre,
sobre el
paraguas,
boleros en la
memoria.
En el charco
son ventanas
hacia recuerdos.
El agua lava
pesares,
riega jardín de
ilusiones.
Glicinas mustias
El canto de
pájaros
no levanta el
lila
de glicinas
mustias
bajo el agua
lenta,
solo el blanco de
coronitas
ilumina la tarde.
El guitarrero
canta letanías,
bajo el poncho
gris del cielo
canta triste el
crespín sobre los hilos.
El tejado escribe
melodías en el
pecho,
notas que no hay
en su guitarra.