El que nunca se ha ido
Los
árboles agitan sus melenas,
un
corazón espera.
Por
la calle de los eucaliptos
levantan
polvo zapatos con fatiga,
viene
quien nunca se ha ido,
silba
la canción de siempre
en
tono alegre,
trae fresco el jazmín
en
el ojal izquierdo.
La
mirada en el paisaje
tiene
nostalgia marinera,
no
trae regalos en valijas,
regresa
el pecho de nido
a
la dueña que espera
y
una flor cortada en el camino.
En
la ventana detrás de las cortinas
el
almanaque pierde las hojas
y
el café, tiene dos gotas
de
sal alegre.