Sabia
sedienta
Bajo
la suela muerta
crujen
las espinas,
caminan
el olvido de las urnas.
Está
muy alto el de la cruz,
ya
no hay fuerza para gritar el rezo,
los
salmos del libro gordo
se
escribieron en otra lengua.
A
veces, una mano llega hasta la selva,
se
desgasta en el borde,
profunda
es la vida que habita,
madera
de la tierra
que
se descascara sedienta.
No
horadan el suelo hasta el agua
los
que tienen
el
molino en su bolsillo.