Miró
la azalea del balcón,
la
regadera abandonó su trabajo,
el
límite de la baranda
decía
del abismo de afecto,
ya
no sonríen las teclas del piano,
solo
una nota grave
en
el pentagrama.
Las
maletas esperan en la puerta,
cada
una carga los minutos
de
quien ya no la espera,
sin
norte buscará el sur,
pondrá
azaleas nuevas
en
otro balcón soleado,
los
días grises de llovizna
colgará
retratos de sus valijas.