martes, 10 de mayo de 2011

Las cartas del dolor

Carta Nº 10

Querido amigo:
hoy el día está gris y anoche he dormido muy poco. Los días de fiesta o
los acontecimientos importantes, son motivos de manifestaciones ruidosas con bombas
de estruendo y petardos para entusiasmar a la gente, pero no alegran a todos, no a mí
que con esos estampidos me reviven escenas de espanto, se me altera el sistema
nervioso, me pongo tenso, la mirada se inquieta. Me siento como cuando estaba en la
isla, con la diferencia de que ahora estoy librando un combate interior.
Allá, fue una lucha hacia afuera, hacia el otro, con elementos físicos, desechables,
temporales. Aquí, el enemigo está dentro de mi ser, agazapado, sigiloso, acosando a
cada instante con un poder mortífero que puede llevarme a terminar conmigo cuando las
defensas estén bajas o no haya contención.
Mi lucha es solitaria, con escasos medios, el Estado no concluyó la tarea emprendida,
tiene un hueco en la historia que no ha sido cubierto. Gracias a mi familia y a la unión
con mis camaradas logramos sobrellevar el stress de posguerra.
Trato de no caer en depresiones, calmar la agresividad, el insomnio; en lo físico, me
quedó la audición disminuida a causa de las explosiones, y tuve suerte, otros
compañeros han quedado ciegos y con amputaciones.
Tengo noches terribles. Ya no sueño cosas como antes que vienen y se van, son
recurrentes, están instaladas, grabadas en lo que no se borra. No son ángeles y flores,
son aviones y metrallas. Noches de cama revolcada, transpiración y angustia.
Hoy no saldré a la calle, trataré de distraerme leyendo o mirando una película.
Un abrazo.