sábado, 11 de diciembre de 2010

Poesía


Horóscopo
Consulta cada mañana
una gota de rocío
quiere ver la sonrisa
que guiará su día.

Ronronea su corazón
en la tibieza del sol
alucina esos brazos.

El otoño de los árboles
no está en su almanaque
otro es el tiempo que conjuga
 habita sentimientos
en órbitas dislocadas.

Escultura

"Espacial"
Salón Anual 2010 Artistas Entrerrianos

Ciruelo en flor - Haiku

Durmiendo al sol
el gato sobre el muro,
paz anhelada.

SINTETICUENTO - Cuento breve

En la plaza

En un banco de la plaza, él la besó con ternura y una lágrima le bajó queda por la mejilla.
Ella suspiró hondo y alzó los ojos que en una nube quedaron.
Junto con los cánticos qu más allá se elevaban al cielo pidiendo justicia, rogaba que su alma no se le fuera por la herida.
Mención Especial en los Premios Escenario 2010 al libro "Las cartas del dolor" por su aporte a la Memoria Histórica

Las cartas del dolor


Carta Nº5

Querido amigo:
                       hoy estoy con las defensas bajas, no sé si es el día gris que me pone la tristeza a flor de piel y me trae lo vivido, pero siento que volví despojado. Sólo tengo recuerdos  de horror, de miedo, del aire espeso que deja la guadaña de la señora muerte.
Los bombardeos resuenan todavía  en mi cabeza, y a veces, siento esa sensación en la piel, a pesar de que los proyectiles pasaban a metros de distancia. Quería que pararan de caer las bombas de los buques que nos asolaban día y noche. Se llega al egoísmo extremo cuando en el  afán de seguir vivos, y sin pensar en los otros infortunados, sentíamos alivio si los proyectiles no caían en la nuestra. Sólo nos sostenía la esperanza de que el tormento de la vigilia y de esas noches interminables, tuviera fin. Era un rezo de resignación y entrega. Lo más terrible fue el infierno del ataque final, donde la noche de pronto se hizo día, iluminada por la luz de las balas razantes. Tanta intensidad me generó confusión, no sabía en un momento dado donde se hallaba el enemigo, quizás estaba en la trinchera en la cual momentos antes se encontraban mis compañeros pero no podía saberlo con claridad.
De muchos, traje nada más que el ingrato recuerdo de sus cuerpos inertes, mutilados, el llanto de la desesperación, el pánico, los rezos de clemencia elevados a Dios, la desesperanza de no volver a estar con sus seres queridos.
Disculpame este lamento. Te agradezco que leas estas líneas que alivian mi alma.