San Vicente de Paul - Tallado a mano
sábado, 6 de diciembre de 2008
¿Qué es ser poeta?
¿Qué es ser poeta? ¿Se es escribiendo poesía o se es en la actitud de lo cotidiano, de tomar la vida?
¿Solo lo literario define lo poético; o es la sensibilidad de la expresión en cada tarea que realiza?
¿Acaso, no es poesía un toque de pluma, un beso que erice, acercar el calor en una caricia, diluirse despacio en el otro, acunarse lentamente hasta que desaparece el mundo?
¿Qué es la poesía sino la sublimación de los sentidos? Sólo eso, no importa con qué se haga, importa lo que no se toca, no vemos; sólo lo que sentimos.
Quizás sea mejor, ser poeta cuando no se escribe.
¿Solo lo literario define lo poético; o es la sensibilidad de la expresión en cada tarea que realiza?
¿Acaso, no es poesía un toque de pluma, un beso que erice, acercar el calor en una caricia, diluirse despacio en el otro, acunarse lentamente hasta que desaparece el mundo?
¿Qué es la poesía sino la sublimación de los sentidos? Sólo eso, no importa con qué se haga, importa lo que no se toca, no vemos; sólo lo que sentimos.
Quizás sea mejor, ser poeta cuando no se escribe.
Poesía
Llueve sobre el río
Llueve sobre el río
lloran los sauces más que de costumbre
ausentes los trinos
dan lugar a los recuerdos
entibian el costado
como el agua por la bombilla.
Todo es melancolía
en sus nidos los pájaros
junto al fuego los perros
recorre espineles
alguien entre la bruma.
Las olas borran huellas
tienen el latido que nos lleva
entre las hojas
fru fru de sedas
que se quitan a la siesta.
Llueve sobre el río
lloran los sauces más que de costumbre
ausentes los trinos
dan lugar a los recuerdos
entibian el costado
como el agua por la bombilla.
Todo es melancolía
en sus nidos los pájaros
junto al fuego los perros
recorre espineles
alguien entre la bruma.
Las olas borran huellas
tienen el latido que nos lleva
entre las hojas
fru fru de sedas
que se quitan a la siesta.
Narrativa
Beto
Beto se acurrucó llorando sobre un tronquito. Era un llanto de rabia que retorcía las manos como queriendo quitarse algo de encima. Con esa misma rabia había arrancado los tiradores del pantalón, que dejó colgados en la rama de un espinillo.
El verdulero Quintana, tenía tres hijas mujeres y siempre esperó con ansias tener un varón para que lo ayude en las tareas. Por eso lo tenía a Beto, él era el hombrecito de la casa a pesar de su corta edad. Las hijas mayores hacían las tareas de la casa y Beto, ayudaba a su padre. El le había puesto ese nombre y le decía: - ¡Beto, traeme el caballo!, - ¡Beto, andá a buscar agua!, - ¡ Beto, alcanzame la verdura!. Un domingo, como nunca antes lo había hecho, le dijo que lo acompañara al boliche donde acostumbraba reunirse con los amigos a jugar unos trucos. Le arreglaron el pelo con gomina, camisa limpia, pantalón con tiradores nuevos y alpargatas de bigotes recortados y partieron. Cuando llegaron al lugar, Don Quintana fue saludando a los presentes hasta que uno le dijo: - ¡Pero ché, qué lindo gurisito que tenés! -a lo que respondió sonriendo: - ¡No, no es un gurisito, es mi hija, la menor!.
Por eso llora y repite: - ¡Yo no me llamo Beto, me llamo Francisca y soy mujer!.
Beto se acurrucó llorando sobre un tronquito. Era un llanto de rabia que retorcía las manos como queriendo quitarse algo de encima. Con esa misma rabia había arrancado los tiradores del pantalón, que dejó colgados en la rama de un espinillo.
El verdulero Quintana, tenía tres hijas mujeres y siempre esperó con ansias tener un varón para que lo ayude en las tareas. Por eso lo tenía a Beto, él era el hombrecito de la casa a pesar de su corta edad. Las hijas mayores hacían las tareas de la casa y Beto, ayudaba a su padre. El le había puesto ese nombre y le decía: - ¡Beto, traeme el caballo!, - ¡Beto, andá a buscar agua!, - ¡ Beto, alcanzame la verdura!. Un domingo, como nunca antes lo había hecho, le dijo que lo acompañara al boliche donde acostumbraba reunirse con los amigos a jugar unos trucos. Le arreglaron el pelo con gomina, camisa limpia, pantalón con tiradores nuevos y alpargatas de bigotes recortados y partieron. Cuando llegaron al lugar, Don Quintana fue saludando a los presentes hasta que uno le dijo: - ¡Pero ché, qué lindo gurisito que tenés! -a lo que respondió sonriendo: - ¡No, no es un gurisito, es mi hija, la menor!.
Por eso llora y repite: - ¡Yo no me llamo Beto, me llamo Francisca y soy mujer!.
SINTETICUENTO - Cuento breve
La pececita
- ¡Me voy de casa, no aguanto más esta vida aburrida! -dijo la pececita y agarró su mochila.
- No creas que la vida es fácil y no te enganches con cualquiera -dijo su madre afligida al despedirse.
Pero ella supo elegir bien, ahora es la favorita en el menú de un importante restaurante.
- ¡Me voy de casa, no aguanto más esta vida aburrida! -dijo la pececita y agarró su mochila.
- No creas que la vida es fácil y no te enganches con cualquiera -dijo su madre afligida al despedirse.
Pero ella supo elegir bien, ahora es la favorita en el menú de un importante restaurante.
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