viernes, 14 de noviembre de 2008

Narrativa

Un acto accidentado

El miércoles 2 de abril, amaneció con sol amable y un cielo límpido. En la plaza central donde se estaba desarrolando el acto en conmemoración a los caídos en Mlavinas. el director de la banda del ejército con asiento en la ciudad, esperaba la orden de las autoridades presentes para comenzarcon las marchas pertinentes mientras, se paseaba frente a los músicos golpeando la batuta en la plama de la mano. El público conversaba animadamente y observaba las evoluciones de las escuadras de soldados y la artillería. Algunos chiquilines, correteaban por entre la gente cruzando la soga que marcaba el límite entre los presentes y el desfile.
Todo se desarrollaba con normalidad. La persona designada como conductor del acto, con aire solemne se acercó al micrófono y lo golpeó con un dedo para comprobar el sonido y eso fue un anuncio de que el mismo comenzaba. Se acallaron las voces y se escuchó el toque de atención de un clarín. Las miradas del público estaban dirigidas al palco central observando a la autoridades y al locutor que se acercó al micrófono para hablar, en ese momento ocurrió lo inesperado, cuando lo tomó para acomodarlo mejor comenzó a contorsionarse con movimientos apilépticos ante el asombro de todos y luego, se desplomó en el piso evidentemente shoqueado. El intendente que estaba detrás de él, corrió para levantarlo y cuando ya lo había hecho ayudado por otros, sin querer, también tocó el micrófono y fue despedido para caer encima de la señora presidenta de la Comisión de Honores rodando los dos sobre unas sillas hasta quedar patas arriba.
Se produjo un amontonamiento para rescatarlos, corridas debajo del palco y a los gritos de asombro de los presentes se sumaron algunas risas puesto que la escena, era propia de un sainete. En estas circunstancias, el director de la banda por propia iniciativa y creyendo distraer al público de tan lamentable hecho, arrancó con los compases de una marcha alegre pero ésto, no hizo más que darle el marco propio de un espectáculo circense difícil de olvidar. Luego de idas y venidas, cambiando el elemento electrificado y los involucrados repuestos del percance, comenzó el acto de tan memorable día, desarrollándose con total normalidad hasta su culminación.
Mientras se arreglaba la situación y ponía todo en orden, el intendente increpó duramente al encargado de la amplificación diciendo que sería sancionado pues consideraba que lo ocurrido fue un acto de desidia criminal.