El monstruo de Juancho
- ¡Allí está el maldito! Ese monstruo no va a impedirme llegar hasta donde está esa hermosura. Quiero verla. Ver como mueve su cuerpo de gata, su cabello de trigo, sus ojos de almendra . Pero el desgraciado no se queda quieto, es muy grande y parece enojado porque encrespa el lomo. Trataré de acercarme sin que me vea. Si ella estuviera en el piso de abajo sería más fácil. Eso es, detrás de aquella planta que está cerca de él voy a esconderme. Pero si no se queda quieto ¿qué hago?. Tendré que darle con algo ¡aha!, con este hierro que tiene una especie de bocha en la punta le daré duro sobre el espinazo. Tengo que jugarme el todo por el todo. A como de lugar tengo que llegar hasta ella, es demasiado lo que siento y no aguanto más. Pero no importa, yo me juego, no podrá conmigo esta maldita bestia. ¡Ya le voy a enseñar quien es Juancho Luna. Para mí no hay lobizones que me acobarden por más que éste no sea mi barrio! Saltaré sobre su lomo y voy a apalearlo hasta que no se mueva más, eso es. ¡Ahora, tomá, tomá, quedate quieto desgraciado!
- ¡Eh, qué hace loco! ¡Seguridad, seguridad, ese tipo me robó un palo de golf y está rompiendo la escalera mecánica!