lunes, 7 de noviembre de 2011
Poesía
Llovizna en tango
Llovizna en tango
sobre la ciudad serena
las cunetas llevan basura
el cartonero transparenta el frío
debajo de un plástico.
Caminan lentos los paraguas
con bolsas del mercado
un zaguán hace de garita
los autos salpican piernas
que esquivan baldosas flojas.
Canción de café y licor reposado
reencuentro con uno y los afectos
a través de la ventana
la mirada larga hacia adentro.
SINTETICUENTO - Cuento breve
Añoranza
A Pascual y a Manuela los unía un inmenso amor. Le escaparon a la guerra desde su Galicia hacia un mujndo mejor.
Aquí en Argentina cumplieron sus sueños aunque, trabajando para volver a su tierra natal.
Pero murió Pascual y ella ya no quiso volver; solo dijo: "No puedo llevarlo y menos aún, dejarlo"
A Pascual y a Manuela los unía un inmenso amor. Le escaparon a la guerra desde su Galicia hacia un mujndo mejor.
Aquí en Argentina cumplieron sus sueños aunque, trabajando para volver a su tierra natal.
Pero murió Pascual y ella ya no quiso volver; solo dijo: "No puedo llevarlo y menos aún, dejarlo"
Botellas a Kíos
Botellas a Kíos
Asolada por la primera guerra mundial y luego por la guerra Greco-Turca, en Grecia ocurrieron tres grandes oleadas de emigrantes.
El país que nos legó a nuestro héroe Miguel Angel Spiro (Spirú) y la isla de Quíos ó Khíos, que vio nacer al célebre matemático creador de la cuadratura de la lúnula, Hipócrates de Quíos, sólo podía ofrecer miseria, angustia y un futuro vacío.
Los fructíferos valles de viñedos y olivares de esta isla, como en todo el territorio griego, destruidos, aplastados, decidieron a los aldeanos y campesinos a buscar otra tierra promisoria.
Hubo empresas navieras que aprovecharon esta circunstancia y ampliaron sus flotas para transportar las corrientes emigratorias; en la tercera oleada, luego del desastre de la guerra de Asia Menor, Estados Unidos cerró las puertas a la inmigración porque ya estaba saturada y en razón de esto, el destino se derivó hacia América del Sur.
Se había difundido la falsa propaganda de que ya pertenecíamos al primer mundo, pero la realidad era otra, la gente no encontraba donde ubicarse. Desesperados y sin fortuna lo hicieron en las iglesias, la mayoría desalentada quería regresar a su país de origen.
Otros, como en el ejemplo de Mateo Nicolás Parthenakis, decidió quedarse; sus 22 años bullían dentro de suyo como las calderas del barco que lo trajo.
En el año 1929, desde la borda del Patris II descendió por la planchada en el puerto de Buenos Aires con un atado de ropas en la mano, una incertidumbre en el pecho y la decisión en la mente de boxearle a la vida.
Trabajó de lo que le salió al paso; en la construcción, de heladero con un carrito y de reparador de calzados.
Fue así que en eso de arreglar la tapita de los tacos altos, conoció a la uruguayense Ciriaca Polonia Arellano y decidieron unir la soledad de ambos, para que la lucha sea más placentera y echar raíces contrayendo matrimonio en el año 1939.
Distinto a otros griegos que instalaron los primeros kioscos en Buenos Aires, al uso de Atenas, su tesón le permitió instalar un taller de compostura de calzados propio en el barrio de Palermo, sobre la calle Bulnes al 2013. Además por las noches, trabajaba de acomodador en tres cines, Palais Blue, Palais Blanc y Gran Norte que pertenecían a un mismo dueño.
En el quehacer de la vida, la familia se incrementó con la llegada de tres hijos, Nélida Angela, Jorge Amadeo y Miguel Angel.
Los viajes en barco fueron marcando el rumbo en la vida de Mateo; desde Kíos hasta Pireo para obtener el pasaporte, desde allí hasta Buenos Aires y luego cruzó el Río Paraná para llegar a la ciudad de Concepción del Uruguay en Entre Ríos donde se radicó y continuó con su labor de zapatero, habiéndose especializado en calzados ortopédicos.
En esta ciudad crecieron y estudiaron sus hijos; Nélida, se destacó en los radioteatros y en los tablados de Paysandú en la ROU. Jorge, estudió en la Escuela de Aprendices tornería y montó su taller propio de herrería. Miguel, estudió radio armador y TV e integró el cuerpo de la Policía Federal en Buenos Aires y luego en Concepción del Uruguay.
Cuando Mateo Nicolás se afincó aquí, instaló su taller anexo al restaurante Atenas de propiedad de unos coterráneos, cuya ubicación era en la esquina de las calles Eva Perón y Rocamora; luego cuando éste cerró sus puertas, se trasladó a la calle Eráusquin entre 8 de Junio y Rocamora.
La vida apacible, transcurrió hasta que su esposa fallece a temprana edad por causa de un accidente cardiovascular, sólo contaba con 42 años de edad.
Luego de unos años más de permanencia en el lugar, cuando recibe la jubilación, realiza su último viaje en barco cruzando el Río Paraná para vivir en la ciudad de Mar del Plata, donde permanece hasta el final de sus días a los 88 años.
Mateo eligió ese lugar frente al mar, para recordar el de su isla; para tirar botellas con mensajes que lleven afectos, memorias, hacer un regreso a los años de infancia en las playas de arenas blancas y azul turquesa.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)