jueves, 14 de julio de 2011

Poema - Somos una novela

Poesía


Se va un retazo

Por la huella de caucho
se va un retazo
tiene destino
siempre será regreso
la canción de sus cuerpos
no tiene final.

Las palomas de contramano
regresan otros vuelos
el suyo en la noche
una vela encendida.

Imagina por la ventanilla
historias en casas lejanas
dejó la suya en una esquina
 como un niño que espera.

Ciruelo en flor - Haiku

Cielo de truenos,
hay un alma agitada
sufriendo ausencias.

SINTETICUENTO - Cuento breve

Foto familiar

Bajó la familia del lujoso vehículo a tomarse unas fotos en el paisaje de la bahía.
Posó la parejita de novios, posó el matrimonio acaramelado y también quiso hacerlo con ellos el otro hijo retardado.
Le dijeron que ahora no, pero él sonriendo dijo para sí: "Qué felices que son, ¡pero cómo me gustaría ser esa gaviota!

Cartas del dolor

Carta Nª 12

Amigo mío:
éstas son las últimas líneas que te escribo. Espero que a partir de ahora,
comprendas un poco más lo que deja una guerra en el corazón.
Quiero que sepas que a pesar de todo, no guardo rencor hacia los soldados enemigos. El
único rencor es hacia el Estado inglés por la usurpación de nuestras islas y la
explotación de la riqueza que nos pertenece. Quedó pendiente el poder hablar con
alguno de ellos, intercambiar sentimientos. Sé que a pesar de que eran soldados
profesionales, (no como nosotros, todos novatos sin ninguna preparación), también
quedaron con secuelas que afectaron sus vidas. Hubo suicidios en sus tropas. Los
impresionaron nuestras caras adolescentes, la falta de entrenamiento, el hambre y el frío
que pasábamos, la inacción de días y días. Un soldado no es un criminal y aunque matar
signifique defensa extrema, una muerte se lleva para siempre en la conciencia.
En mi caso, me aguijoneaba un pudor moral que me impedía decir que había matado a
otra persona. Me pesaba tanto que lo negaba. La ayuda psicológica y el paso del tiempo,
aliviaron mi tormento y pude aceptar que lo había hecho.
No es fácil aceptarlo si se piensa que se le ha quitado el padre a unos hijos, el esposo a
una mujer, el hijo a unos padres. No es fácil después de haber estado en contacto con
esos soldados y comprobar que son personas comunes, con los mismos sentimientos,
amores, alegrías y dolores. Pero es imposible pensar así, envueltos en niebla, día y
noche sin poder ver a más de cien metros o cuando se está alerta durante 24 horas
esperando que el enemigo surja de entre las tinieblas y te mate.. Ellos podían hacerlo,
tenían rayos infrarrojos que les permitían ver en la oscuridad, pero nosotros no
contábamos con esa tecnología. Solo sabíamos que del lado de la costa venía el enemigo
y que a toda sombra que se moviera había que dispararle.
Cuando se está tantos días en una trinchera, se pierde la importancia de la vida, me daba
lo mismo disparar o que me acertaran. El juego ya estaba dado. Con el transcurrir de los
días fui tomando coraje, accionaba el gatillo de manera automática, no analizaba lo que
hacía. Veía bultos que caían heridos o muertos. Sentía que algo me corría por dentro,
podría llamarlo adrenalina, pasaba del frío al calor en un instante. Tuve sensaciones que
jamás volví a sentir. Se entumecían las manos y los brazos, me sentía extraño. No era un
juego virtual en el que manejaba las situaciones desde afuera sin riesgos, no podía
abandonarlo cuando deseara. Matar o morír, no había otra salida.
Ese combate terminó, pero ahora continúo con el otro: el combate interior.
Hasta siempre; que la paz, sea entre los hombres de buena voluntad.