jueves, 11 de noviembre de 2010

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Ciruelo en flor - Haiku

Ciruelo en flor

El río del bosque
murmura entre las piedras,
canción del alma.

SINTETICUENTO - Cuento breve

El banquete


Comieron un poco de pollo, alguna empanada y una porción de lechón.
Bebidas no había, mientras se mondaban los dientes, bebían yogurt.
Parecía gente muy sana, solo que le rondaban las moscas y el humo del basural.

Las cartas del dolor


Carta Nª4

Estimado Rubén:
                           ayer estaba haciendo un trabajo en mi casa, cometí una imprudencia y casi me lastimo; y ese acto, me trajo a la memoria unos hechos ocurridos allá en Malvinas, entonces recordé la mesura que te caracteriza, porque hubo acciones descabelladas e imprudentes además de las heroicas.
Recuerdo que durante una alerta roja cuando atacaban los aviones, un oficial de una trinchera vecina salió al descampado para arreglar un cable cortado del aparato de comunicaciones que los unía a los morteros, y cuando terminó de hacerlo, se quedó sentado a mirar como si fuera un festival, sin tomar conciencia del peligro.
Otro soldado salió para ir hasta otra trinchera a buscar cigarrillos y chocolates, desobedeciendo la orden de ponerse el casco, aduciendo que pesaba mucho, pero cuando regresaba, se arrepintió porque tuvo que hacer cuerpo a tierra bajo la metralla enemiga.
También observé actos ruines. Para castigarlos, se les ordenó a dos soldados que cambiaran  su posición bajo el fuego de un ataque, sin posibilidades de armar una rápida defensa. Gracias a la valentía del soldado Francisco Sirtori que se opuso al oficial apuntándole con su arma, se evitó una muerte segura y estúpida.
En otra oportunidad,  durante un bombardeo de los cañones, un soldado estaba al raso y pidió apoyo a gritos para protegerse. Su compañero de trinchera abrió fuego para llamar la atención del enemigo, sabiendo que concentrarían los disparos sobre él. Así ocurrió y con su heroica acción logró salvarlo.


También fui testigo de lo que ocurrió en una trinchera cercana cuando cayó sobre ella un proyectil de fósforo blanco,  arrojado desde un lanzacohetes y la incendió. El fuego alcanzó a uno de los soldados y salió corriendo envuelto en llamas, presa del pánico. Su compañero, sin pensar en las consecuencias, lo alcanzó, lo envolvió con una manta y lo tiró al suelo. Siempre, bajo el fuego enemigo, regresaron a la trinchera.
El amigo que te escribe, también vivió situaciones similares y tuvo la suerte de poder contártelas.
Hasta la próxima.